Algunos apuntes sobre el sueño de los 9 años de Don Bosco (201 años después)

Algunos apuntes sobre el sueño de los 9 años de Don Bosco (201 años después)

  1. Un sueño que marca un camino: el origen de todo

    A los nueve años, en la soledad rural de los Becchi, un niño llamado Juan tuvo un sueño. No fue una simple imagen pasajera de la noche, sino una revelación interior, una “palabra de Dios” pronunciada en lenguaje de símbolos y emociones. En aquel escenario lleno de alboroto, con jóvenes que reían, blasfemaban y se peleaban, Juan intentó corregir con los puños lo que su corazón deseaba transformar. Allí, en medio de la confusión, aparece una luz: un hombre vestido de blanco, de rostro luminoso, que lo llama por su nombre y le ofrece otra vía, otra pedagogía: “No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad los ganarás.”

    Más que un sueño, fue el inicio de una vocación encarnada, donde la vida, la fe y la misión se abrazan. Aquel niño inquieto no soñaba con gloria, sino con dar sentido a su deseo de hacer el bien. Y este deseo fue escuchado por Dios, que lo acompañó durante toda su vida. El sueño no es solo recuerdo, sino brújula, energía interior que empuja incluso en los momentos más difíciles, como una llama que arde sin consumirse.

    2. Del impulso al método: una pasión que se transforma

    La primera reacción de Juan en el sueño es impulsiva, violenta, sincera. Es la respuesta de quien quiere el bien, pero aún no ha descubierto el camino del amor paciente. Esta escena inicial simboliza lo que muchas veces ocurre en la vida del educador: la tentación de imponer, de controlar, de castigar.

    Pero el mensaje del sueño propone otra vía: la pedagogía del ❤️ . El Sistema Preventivo nace de esta revelación: no se trata de vigilar y castigar, sino de prevenir con amor, de estar presente, de acompañar con firmeza y ternura.

    Hoy, como educadores salesianos, también nos enfrentamos a modelos educativos contrapuestos, de donde se pasa del autoritarismo del pasado y al permisivismo vacío del presente. En ambos, el educador desaparece: en uno por miedo, en el otro por indiferencia. Pero Don Bosco propone otro estilo: ser adultos presentes, creíbles, apasionados por el bien, capaces de resistir a la superficialidad del mundo y de ofrecer a los jóvenes un horizonte alto, noble, exigente y alegre.

    3. María en el corazón del carisma: “Yo te daré la Maestra”

    El punto culminante del sueño no está en el mandato del hombre venerable, sino en la aparición de la Mujer de majestuoso aspecto, la que toma a Juan de la mano con ternura y le muestra su campo de misión: un terreno lleno de animales salvajes, símbolo de los jóvenes que esperan ser transformados en corderos.

    Y entonces llega la promesa: “Yo te daré la Maestra”. Esta frase es mucho más que un consuelo; es una profecía mariana, una señal de que Don Bosco no estaría solo. María, la madre de Jesús, sería también Maestra de vida, pedagoga espiritual, guía de los jóvenes y corazón materno de la obra.

    María no es adorno ni costumbre, sino estructura del carisma. Ella acompaña, enseña, protege, orienta. En el oratorio de Valdocco, su presencia era cotidiana, sencilla y poderosa: estaba en las devociones, en las decisiones, en las lágrimas y en los sueños. María era la garantía del camino.

    4. María en la historia del Oratorio: ella es de casa

    La narración de los inicios del Oratorio está atravesada por huellas marianas. Desde la bendición del primer altar a la Inmaculada, hasta la elección del 8 de diciembre como día fundacional, María es la que abre puertas, sostiene proyectos y consuela en las crisis.

    Don Bosco no se apoyaba en estrategias humanas, sino en la certeza de que María estaba al frente de la obra. Ella conducía a los muchachos hacia una casa, una iglesia, una comunidad.

    El sueño de 1844, donde María aparece como pastora que guía un rebaño cambiante y lo lleva hasta una gran iglesia con la inscripción “Aquí está mi casa, de aquí saldrá mi gloria”, es la confirmación simbólica de que el Oratorio no es solo un lugar físico, sino un espacio de salvación. Y María es su arquitecta invisible, su educadora principal.

    5. Una espiritualidad educativa centrada en la caridad

    El corazón del Sistema Preventivo no es una técnica, sino una experiencia espiritual: amar como Cristo, educar con amor, ganar el corazón de los jóvenes. Y ese amor no es abstracto: es amor concreto, afectuoso, exigente y visible.

    Don Bosco decía: “No basta que los jóvenes sean amados, es necesario que se sientan amados.” Aquí entra el lenguaje de la amorevolezza, esa mezcla de cariño, cercanía, confianza y firmeza que transforma al educador en presencia significativa y rostro de Dios.

    Esta experiencia de caridad se puede relacionar con otras expresiones profundas como: pasión, deseo, mansedumbre, sacrificio. Amar como educadores significa entregarse sin esperar recompensa, creer en los jóvenes incluso cuando ellos no creen en sí mismos, y hacer de cada acto educativo una siembra de vida y esperanza.

    6. La devoción mariana como camino de crecimiento

    La devoción a María no es para Don Bosco un fin, sino un camino formativo. María no solo inspira sentimientos, sino actitudes: responsabilidad, obediencia, pureza, servicio, libertad. Por eso, invita a los jóvenes a amarla, imitarla y confiarle su vida.

    Esta devoción genera una espiritualidad encarnada, que transforma el corazón y prepara para una vida cristiana auténtica. María enseña con su silencio, su fuerza interior, su obediencia activa. Educa por presencia, por ternura, por fe. En su escuela se aprende a ser persona, a discernir la vocación, a vivir con sentido.

    Conclusión: el sueño que sigue haciendo soñar

    El sueño de los nueve años no terminó en 1824. Sigue vivo en cada educador que cree que los jóvenes merecen lo mejor. Sigue latiendo en cada comunidad que acoge con alegría, en cada patio donde se juega y se ora, en cada gesto de ternura que refleja a Dios.

    Educar es acompañar un sueño. Y si queremos educar con el corazón de Don Bosco, necesitamos soñar también nosotros, volver a esa voz que nos llamó por nuestro nombre y nos dijo: “Te daré la Maestra.”

    María está con nosotros. El Sistema Preventivo no es una metodología, es un camino de amor, de fe, de presencia, de caridad hecha vida. Es un llamado a educar como Dios mismo educa: desde dentro, con paciencia, con pasión, con ternura.

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